miércoles, 15 de octubre de 2008

La Reina Roja de Palenque: catorce años después

Muy pocos sabemos del descubrimiento de "La reina roja de Palenque", la Mtra. Fanny López, investigadora de la UNAM y amiga mía nos relata éste.
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La Reina Roja de Palenque: a catorce años de su descubrimiento
Fanny López Jiménez
Palenque 1993
Tuve la dicha de trabajar con un equipo de arqueólogos jóvenes en Palenque: Gerardo Fernández, Gabriela Ceja, Alfonso Grave, Roberto López, Almudena Gómez, y Arnoldo González como director del proyecto; además estaban con nosotros todo un equipo de restauradores, y otras personas que nos apoyaban y con los que conviví como si estuviéramos en “Big Brother”. A fuerza de convivir diariamente en un campamento en la zona arqueológica de Palenque y en la selva, durante más de un año con algunos y otros más tiempo aún, sabíamos y conocíamos mañas, debilidades, costumbres, estados de ánimo, anhelos y demás cosas que puedan imaginar cuando se pasa tanto tiempo con muchas personas en un campamento. Todos podíamos ser cuates un día y al día siguiente podíamos no saludarnos, podíamos estar enojados unos con otros y manifestarlo de alguna manera, podíamos criticarnos, etc., pero aún cuando hubiera diferencias, podíamos ser cómplices y no delatarnos, podíamos sentir el apoyo entre nosotros, pudimos apreciar valores, aprendimos a respetarnos y a ser responsables. Para 1994, el equipo se había reducido, y de aquellos 7 que éramos cuando llegué, quedábamos cuatro: Gerardo, Gabriela y yo, Arnoldo por supuesto.

Durante 1993 y el siguiente año, se realizaron interesantes descubrimientos: tumbas, ofrendas, tableros, porta-incensarios, etc., todo era importante, todo era sorpresivo e interesante. Sin embargo, la sorpresa mayor esperaba en la Plataforma localizada a un costado del Templo de las Inscripciones. Ahora denominada como la Necrópolis Señorial de Palenque.

Recordando el hallazgo (1994)


Mi frente de trabajo, (como le decíamos al lugar que nos correspondía excavar) era la Plataforma en la que se asientan los templos de la Calavera, XIIA y XIII, edificios que se encuentran a un costado del Templo de las Inscripciones, el más conocido de Palenque por hallarse allí la tumba de Pacal, descubierta por Alberto Ruz en 1952. La mencionada plataforma había sido objeto de exploraciones y restauraciones por arqueólogos como el mismo Ruz (1953), Jorge Acosta (1970) y Rosalba Nieto (1985). Desde esta fecha, pasaron casi once años para ser tomada nuevamente en cuenta esta área, dentro del plan de trabajo del Proyecto Especial Palenque, que tenía de director al arqueólogo Arnoldo González Cruz y quien a su vez me encomendaría la responsabilidad de llevar a cabo trabajos de liberación, restauración y conservación en la plataforma antes mencionada. Lo cual acepté gustosamente, con el entero conocimiento de que ya había sido excavada, habiendo por lo tanto, pocas posibilidades de encontrarse hallazgos de singular importancia.

Así pues, me di a la tarea de descubrir aquella plataforma: paramentos, cornisas, escalinatas, alfardas y todo lo que caracteriza a un basamento piramidal fue apareciendo detrás de la maleza y el escombro. Poco a poco el Templo de la Calavera mostraba su base, misma que se unía con la base de los demás templos, formando una continuidad que choca con los cuerpos piramidales del Templo de las Inscripciones.
A la par de estos trabajos y con la idea de corroborar datos proporcionados por excavaciones anteriores, así como por mi curiosidad de saber qué más había aparte de lo reportado, inicié un pozo en el centro del Templo de la Calavera. Rompimos el piso y comenzamos como viles topos a cavar y cavar hasta que los nuevos datos fueron apareciendo, hasta sentir que algo había allí abajo y así fue. Claro, no fue cosa de un solo día, pero ese día llegó aquella mañana del once de abril cuando uno de mis trabajadores metió el pico y éste casi se le va por una oquedad que se hizo de pronto, para esto, la profundidad del pozo ya era de cinco metros. Al ver que había un hoyo y que no se veía, el trabajador sorprendido me dijo: ¡Arqueóloga casi se me va el pico, no se ve nada! En ese momento saqué mi encendedor, alumbré el área y mis ojos no podían creer lo que veían: un tendido de piedras de jades se hallaban ante mí, en medio de cinabrio, estuco y mucha humedad. Me quedé perpleja ante el hallazgo y minutos después reaccioné. Por un momento lo tapamos; mientras, apresurada iba a buscar a mis compañeros y decirles lo que había encontrado. Bajé entonces del Templo de la Calavera y pasé por enfrente del Templo XIII, lugar en el que había mandado hacer una cala para hallar las escalinatas que permitían el acceso original al templo mencionado. Resultó pues, que la escalinata que esperaba encontrar en buen estado, se había derrumbado y en su lugar había una puerta sellada con piedras: ¿qué es eso? me pregunté. Acudí con mi trabajador, con cucharilla y brocha en mano, limpié la tierra, apareció una rendija, producto del asentamiento del sello de piedra . La luz del día impedía, a simple vista, ver a través de esa rendija, así que con un espejo y los rayos del sol alumbramos la rendija, por la que pudimos ver un pasillo largo y al fondo, una puerta sellada nuevamente. Mi rostro no era en este caso de asombro como con la tumba del Templo de la Calavera, mi rostro era de desconcierto y sacada de onda por completo. Nuevamente lo tapé, porque ya se estaban dejando venir los turistas y curiosos, así que ya no tuve tiempo de ir a avisar personalmente a mis compañeros y opté entonces llamarles por radio. Se dejaron venir de inmediato. Vi venir a Gerardo encargado del Templo del Sol, con pasos agigantados, el sudor corría en su rostro y secándose la frente con su paliacate se acercó y me dijo: ¡qué onda! A lo que respondí: esperemos a que lleguen los demás para que les muestre. Una vez reunidos visitamos primero la tumba del Templo de la Calavera, allí hicimos propuestas de excavación, especulamos, comentamos, etc., y después los conduje hacia el basamento del Templo XIII, descubrí la puerta sellada y observé sus rostros de desconcierto, el mismo que a mí me había provocado una hora antes; igualmente emocionados y ansiosos, y entre muchos comentarios, dijimos que lo mejor era esperar las sugerencias del director.
La subestructura del Templo XIII

Al día siguiente, (12 de abril) preparados con cámaras y luz por medio de una planta de motor, entramos a la subestructura Gerardo y yo; la sensación que sentí en esa ocasión, aún hace erizar mi piel . Entramos con emociones encontradas, con una mezcla de curiosidad, ansiedad, temor, respeto y poco a poco fuimos avanzando con pasos sigilosos, suaves, como cuando en la madrugada te levantas y tratas de no hacer ruido para no despertar a nadie, así vimos por primera vez, después de muchos años un edificio completo, de tres cámaras o cuartos, rodeados por un amplio pasillo que conectaba con cuatro puertas tapiadas. Uno de estos cuartos, el de en medio, se hallaba también sellado. Así que nuestra curiosidad no quedó satisfecha del todo en ese momento, sino días más tarde cuando decidimos romper parte del sello de la cámara y ver que en su interior había una tumba de sarcófago, acompañado de ofrendas de cerámica y de personas . Pero aún y con todo esto, nuevamente no lográbamos satisfacer nuestra ansiedad del todo y tampoco lográbamos salir del asombro que nos tenía atrapados desde aquella mañana, las cosas se fueron dando de manera paulatina, había que calmar los deseos y seguir cuidadosamente un plan de trabajo, pues el arrebato y la ambición nos hubiera conducido a una mala investigación. Así que traté de ordenar las cosas, y la tumba de la subestructura del Templo XIII, no se abriría hasta que no terminara de excavar la que había encontrado en el Templo de la Calavera, la cual me llevó casi dos meses, ya que su atuendo era rico en jades, perlas y conchas marinas.

La Reina Roja

El primero de junio fue la fecha en que finalmente supimos qué había en el interior del sarcófago. Salió a relucir el compañerismo de aquel campamento, la alegría conjunta de los esfuerzos de un equipo que para entonces tenía casi dos años de convivir, mis trabajadores fueron parte importante y compartieron conmigo este descubrimiento.

El trabajo apenas comenzaba y hoy, 13 años después del descubrimiento, no acaban a pesar de que se han hecho esfuerzos por descifrar la identidad del personaje encontrado. Los restos óseos revelaron en una primera instancia que se trababa de “una dama”, esas fueron las palabras del mtro. Arturo Romano, antropólogo físico, cuando la vio aún tendida en el interior del sarcófago. Dijo además, que tenía alrededor de 50 años al momento de su muerte. Después vendría el análisis de los restos óseos de los acompañantes a los que también, el mismo investigador, definió el sexo y la edad, siendo éstos femenino y masculino de entre 40 y 12 años de edad respectivamente.

A partir de entonces, se le llamó la Reina Roja . Cinco elementos condujeron a ponerle ese nombre: la ausencia de inscripción jeroglífica que pudiera aportar un nombre, el lugar donde había sido enterrada, el atuendo rico en jades que se hacía acompañar por una máscara de malaquita, el color rojo del cinabrio que invadía tanto el sarcófago como los restos óseos y finalmente el sexo: una dama.

Por mi parte publiqué algunos artículos en mi afán de saber de quién se trataba nuestro personaje, así escribí: En busca de la identidad de la Reina Roja, ¿Quién es la Reina Roja?, La Necrópolis señorial de Palenque, entre otros.

Por otro lado, la periodista y autora de varios libros, Adriana Malvido, testigo presencial del descubrimiento, escribió el libro La Reina Roja: el secreto de los mayas en Palenque, a la par que se realizaba el video de Discovery Channel llamado: La Reina Roja: un misterio maya. El primero es un libro ameno que rescata parte de nuestras emociones vividas en el descubrimiento, así como entrevistas a prestigiados investigadores mayistas. El segundo, basado en pruebas científicas como el análisis del ADN, trata de dar una respuesta a la identidad de la Reina Roja quedándose con la probabilidad de que se trate de la esposa de Pacal. También ha sido motivo de inspiración del pintor Ricardo Mazal, quien quedó impresionado el ver fotos del recinto y el sarcófago; y denominó a su exposición La tumba de la Reina Roja, de la realidad a la abstracción. Los intentos por darle una identidad han sido muchos, y en eso ha quedado. Considero que la dama, a pesar de tratar de darle un nombre, en este caso, Zack Buw Ahau (esposa de Pacal) sigue siendo, para mí, “La Reina Roja”.


Bibliografía

Acosta, Jorge
1975 “Exploraciones en Palenque (1970)”. Anales del INAH (1972-1973), Tomo IV, México.

López Jiménez, Fanny
2000 El descubrimiento de la tumba I del Templo de la Calavera y su contexto arquitectónico en Palenque, Chiapas. En revista Pueblos y fronteras Vol. I. UNAM-IIA-PROIMMSE.

2003 “Referentes de identidad entre los linajes mayas del periodo clásico; el caso de Palenque (En busca de la identidad de la Reina Roja)”. En Cuarto Congreso Internacional de Mayistas. Universidad Nacional Autónoma de México. México 2003.

2004 “La Necrópolis Señorial de Palenque”. Publicado en memoria de la Cuarta Mesa Redonda de Palenque, Instituto Nacional de Antropología e Historia.

2004 “¿Quién es la Reina Roja?”. Publicado en la Revista de Arqueología Mexicana número 69, Vol.XII.

Malvido, Adriana
2006 El secreto de los mayas en Palenque. Publicado por Plaza y Janés y CONACULTA-INAH, México.
Ruz Lhuillier, Alberto
1992 “El Templo de las Inscripciones. Palenque”. Ed. Fondo de Cultura Económica. México.
1959 “Exploraciones en Palenque 1956”. en Anales del Instituto Nacional de Antropología e Historia, Tomo X.
2006 La Reina Roja: un misterio maya, video de Discovery Channel.

2 comentarios:

IRIDAN dijo...

hola........

Saber del descubrimiento de la Reina Roja de Palenque, me resulto muy interesante, sobre todo por que Fanny López la investigadora, relato tal descubrimiento de con tintes de Patrick SÜskind, obviamente muy a su estilo, de tal manera que existió un momento en la lectura en que me permitió sentir esa emoción de saber que había mas allá , cito “En ese momento saqué mi encendedor, alumbré el área y mis ojos no podían creer lo que veían: ”
El leer cada línea de este relato te invita a llegar a ese final tan esperado, de verdad que lo vuelvo a leer y en mi surge esa emoción a pesar de saber el final de la historia, bueno creo que también tiene que ver el hecho de que ese hallazgo pertenece a nuestros riquezas culturales.

Felicidades Manolo, te sacaste un Diez.

Anónimo dijo...

hOLA, CÓMO ME DA GUSTO QUE HAYA GENTE INTERESADA Y QUE AÚN SE EMOCIONA CON TODA LA RIQUEZA QUE TENEMOS EN CHIAPAS, POR FAVOR DALE MI FELICITACIÓN Y AGRADECIMIENTO A LA INVESTIGADORA FANNY QUE LE ECHA MUCHAS GANAS Y QUE COMPARTE CON NOSOTROS... SIGAN DÁNDONOS BUENAS NOTICIAS... QUE DIOS LES BENDIGA...
THELY,,,,TA

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